jueves, marzo 29, 2007

Ángel

No todos los ágneles tienen que ser lindos, rubios y esbeltos no?
:D


btw: Ése hermoso efecto naranja salió de casualidad, en relidad la hoja era rosa :O
como ya postié antes, esa chiquititas de colores que uso :P

pero quedó re groso igual jajaja

miércoles, marzo 28, 2007

HISTORIAS DE UNA IDA Y UNA VUELTA

HISTORIAS DE UNA IDA Y UNA VUELTA, POR RAMIRO BOLSACHON



CAPITULO 4-Parte 2

Me alejé cuanto pude de la escena del crimen.
Nadie había visto todavía el cadáver ensartado sin vida ni gloria, de la vieja chotanca.
Ahora tendría que conseguir el ñoqui en otro lado.
También debería encontrar de forma aberrante a la Ratasúrica Nómada... pero eso vendría luego.

Me dirijí brillantemente a un negocio próximo.
Que oportuno!, vendía Ñoquis de todas las clases.
Entré.
Miré al viejo del portaretratos, que me saludó con una manopla incandescente.
-Dame un ñoqui, viejo!- rugí.
-De que clase?-
Otra vez mi ignorancia sobre el dialecto se hizo presente: -Que querés decir?-
Hoy día todavía me arrepiento de aquella frase.
El viejo comenzó a señalarme.
Yo asustado, manotié el primer ñoqui que vi y me di a la fuga.
Atravesé la puerta trasera de algodón y me perdí en un callejón mojado.

Salí nuevamente a la populacha calle.
Mendrugos transitaban.
Me acerqué lentamente a un Mendrugo, especialmente Transmifiticado.
En susurros me dirijí a éste: -Mendrugo, no sabés donde puedo encontrar a la Ratasúrica Nómada?-
Por un momento pensé que éste iba a entrar en estado de shock, como lo hizo el anterior, pero no sucedió.
En vez de eso, me miró Pataliantemente y simplemente me dijo: -Chupame ésta, la Ratasúrica Nómada esta en Telesta-
Bien, al menos tenía un Transfulgente nombre.
Me dirijí a Telesta, un negocio al final de la calle.

Entré por una abertura hecha con los dientes.
Miré al Paparúlo que estaba en la barra.
Él me miró.
Me quedé como un tarado Narizco durante unos momentos, hasta que alguien me dió un puñete en la nuca, para pedirme permiso.
Me destrabé alegóricamente y avancé.
-Dónde está la Ratasúrica?- le solté.
-Al fondo a la derecha. Agacháte!-
Que me habría querido decir con la última palabra?
Tarde!.
Un sartenazo Mitificado me dio en la capocha, me tambalié y caí.
Me levante rápidamente, para no parecer un pelotudo. De vuelta.
Caminé un trecho hasta el fondo.
No podía recordar.... a la derecha o a la izquierda?
Pero ahí estaba, una rasuradora tormentosa en una mesita a la derecha.
La agarré.
Abrí la puerta de carne.

Por fin, ahí estaba.
El momento había llegado.
Me acerqué sigilosamente, la acaricié.
Poco a poco la fuí rasurando.
Saqué el ñoqui Traslúcido.
Me lo fui comiendo de a poquito, racionándolo para terminar justo con la rasurada cósmica.
Al acabar, me retiré penosamente.
Cerré la puerta de carne y enfilé hacia la salida.

Atravesé nuevamente el agujero hecho con dentelladas y salí a la calle.
Por primera vez desde que salí de mi Morocotósica casa me sentí feliz.
Había cumplido con el desigño de la Pastafrola Robada.
Que aventuras me esperarían ahora?.
sólo la Arpulleta Destrabada tendría la respuesta.




Este post va dedicado a Flor.
Bueno, no hace falta explciar como te sentis ni porque, pero te quiero eu, y cualquier cosa hablame si??
siempre estoy :)

martes, marzo 27, 2007

HISTORIAS DE UNA IDA Y UNA VUELTA

HISTORIAS DE UNA IDA Y UNA VUELTA, POR RAMIRO BOLSACHON



CAPITULO 4-Parte 1


Desperté entre el hedor de muchas Mórricas descompuestas.
Comprendí que no estaba solo, había alguien más.
Una Pastafróla Robada me observaba atentamente desde el fondo del bagón de cartón.
Recordé al Negrópata, y me rei por minutos largos.


Al finalizar, la Pastafróla salió desde las sombras.
Me miró.
Abrió la boca y soltó un Gemido Ponderante, lleno de subersivas.
Acto seguido me comentó, en medio de incontrolables espasmos en su caripela.
-Me la chupo y qué, y qué!!??-
Yo la miré absorto.
Después aclaró: -Soy la Pastafrola Robada-.
Ahí entendí todo.
Me siguió hablando.
-En el próximo pueblo hay una Ratasúrica Nómada, debés ir y rasurarla mientras comés un ñoqui-
-Perfecto- asentí con gracia divina.
A continuación me metió una trompada voladora en la sien y me descolocó sutilmente del tren en movimiento.
Caí.
Seguí cayendo.
Aterricé en un fardo de Rosadas Farastancias.

No me atreví a abrir los ojos, por si un Catapúltico Cajonete me vigilara.
Reuní fuerzas.
Abrí un ojo.
Abrí el otro.
Me incorporé maravillosamente.
Caminé unas cuantas millas hasta el pueblo almodoquévico.

Una vez allí, recorrí sus calles sulfatadas.
Había mucha gente, toda morrútica, como no podía ser de otra forma.
Le pregunté al primer gilastrún si conocía a una Rasatúrica Nómada: -Che, papi, vos conocés a una Ratasúrica Nómada?-
Aquí sucedió algo que no puedo explicar con certeza.
El Gilastrún empezó a temblar lastimosamente y calló de rodillas, me miró y me dijo: -Aunque tenga una Rónica, no te la daría-
Claro, yo era un forastero y no entendía su dialecto, cosa con la que después me familisaría.
Luego, en un arrebatado acto de soltura progénica, el Gilastrún se desplomó con el "FUCK YOU" en alto.
Consciente de que sería el centro de las miradas en apenas momentos más, me retire sabandijósamente a un rincón menos populado.

Encontré una puerta invisible, que atravesé con certeza.
Me encontré de repente en un negocio de especias, que manejaba una vieja Chotada.
Afuera, la gente comerciaba bienes carentes de materia.
Me acerqué a la vieja destruida y le espeté: -Viejaaaa, tenés algún ñoqui para mí?-
Como ya expliqué que no conocía el dialecto del lugar, no pude saber que lo que acabada de decir podría significar la muerte.
La vieja empezó un lento movimiento danzante, buscando una escopeta doble caño y mira teledirigida.

Rápidamente, salté la barra y aprovechándo que en ese negocio papirúlico no había nadie, ensarté a la vieja con un pez espada que casualemnte tenía en al espalda (atado a modo de AK-47).
A la vieja se le deformó apabulladamente la caripela y me intentó cachetiar monstruosamente, a fin de llevarse la mayor parte de mí carne al otro mundo, como le fuera posible.
La esquivé agudazmente y le propiné un golpe digno de una Escaramuza.
La vieja chilló y cayó parada.
Fugazmente me escabullí fuera e hice como si no hubiera pasado nada.
De ahora en más tendria que andar con más cuidado.





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