Roberto y Gran Hermano

Bueno, puse algo de Gran Hermano, aunque me parezca la PEOR MIERDA de la TV actualemente y despercie de forma SUBLIME a todo lo que le rodea...
pero ésto no podía dejar de estar ^^

HISTORIAS DE UNA IDA Y UNA VUELTA

HISTORIAS DE UNA IDA Y UNA VUELTA, POR RAMIRO BOLSACHON



CAPITULO 7


Me senté en el primer asiento que vi, uno que estaba en el medio.
El colectivo Transnochado estaba hasta las manos.
Delante mío una gorda había vencido el metal de su asiento, quebrando el respaldo y recostándose sobre mis desnudas piernas.
En el asiento de mi derecha, un nene, que por supuesto estaba Retocado con Photoshop, miraba melancólicamente a la vereda, que estaba minada de soretes andrógenos.
A la izquierda...un tipito con cara despollante me miraba fijamente, con un ojo, el otro no estaba en su lugar, estaba en un bolsillo sudado.
Atrás mío una vieja Chupaba un dulcedeleche, se relamía y me daba arcadas.

Si bien el bólido éste era un colectivo de Línea, el tufo concentrado y las ventanillas trabadas, hacían de este viaje ponderoso una de las peores experiencias de mi travesía.
Pasé horas preguntándome como había llegado hasta allí.
No encontré respuesta para tal subersiva situación y me desplomé por la acción de los calores que se concentraban a mi alrededor, danzantes.
Me desperté unas horas más tarde.
No había nadie.
Miré por la ventanilla.
Ahí entendí.


Habían parado en un Parador Refulgente.
Unas vacas rebolotiaban entre los pastos próximos al Colectivo Transnochado.
No, la visión me traicionaba una vez más.
No eran vacas aquéllos animales grasientos, eran las viejas regordetas y Propulsantes que estaban estirando sus cortas y entubadas extremidades.
Me quedé ahí, ofuscado en mi vencido asiento.
Triste.
Procuprando disfrutar al mango aquél radiante momento de paz.
Minutos después, como si de Traginantes Entumecimientos se tratara, las gorduras comenzaron a ingreasar al colectivo nuevamente.
El Vehículo se inclinó peligrosamente, ayudado por la Baristocrática Anomalía.
De repente sentí un dolor Acromastático en las piernas.
La Gordura del asiento de adelante volvía a depositar su redondez anal en el vencido asiento, destrozando mis Recíprocas piernecitas.

La Patrulla Sodomizadora arrancó el transporte, en medio de unos ruidos horrendos, como si alguien estuviera sufriendo.
Pero era inútil, el motor se negaba a arrancar con tanto peso encima.
Llegó el Capitán de la nave, luciendo una Motoneta Plástica.
Había que desacerse de 490 kilos rapidosamente, o las gomas iban a explosionar creando una catapulta temporal. Según nos explicó, con cara de circunstancia.
Agarró a una gorda, la levantó, demostrando una fuerza delirante, y la arrojó por la puerta, como si fuera una Mariposeta.
-Listo el pollo!- anunció con voz triunfante y se retiró a la cabina de navegación.
Nadie pareció molestarse por el peso muerto que el mismo capitán había despachado, pensé que sería algo normal por aquellos pagos.

Seguimos Camino.
Media hora más tarde, la gorda del asiento de adelante entró en shock mientras comía azúcar.
Vino la Patrulla Sodomizadora y la socorrió.
Por un momento el dolor de mis piernas se esfumó, para volver momentos luego con renovada dureza.

El camino era monótono, varios Semáforos Pendilantes se sucedían a velocidades ultrasónicas, como pude apreciar a través de ventanillas trabadas.
Como la luna estaba ya consumiendo su Aura supuse que eran las 7:30.
Efectivamente, 3 horas más tarde el vehículo se detuvo trabajosamente, inclinándose para un lado y para otro.
Algunas Grasientas pelotas pasaron rodando por el pasillo, otras simplemente quedaban atascadas con el sudor a sus asientos desvencijados.
Aproveché un momento de descuido y me arrojé a la luz.
Mis ojos acumularon lágrimas Paradontas, que largué con placer al ver los colores del día una vez más.
Había llegado a destino.
Allí debería consumir el medio litro de Coca Cola...