HISTORIAS DE UNA IDA Y UNA VUELTA
HISTORIAS DE UNA IDA Y UNA VUELTA, POR RAMIRO BOLSACHON
CAPITULO 19
Pensando todavía en aquel muñeco rostizado, me topé con una marica.
Jamás en mi Remota vida había chocado con un especimen de este calibre.
Encorvado/a me miraba fijamente por entre sus cejas depiladas con Tijuana.
Vestía ropas flasheras.
Verdes, rojas y color mierda.
En la cabeza una pluma reposaba con Adulterio.
Flamante, orgullosa.
Lo/a miré.
-Puta reventada!. Exclamé Rotundamente.
-Auuufhhhggggññññññ. Gesticuló.
Como lo suponía, éstos Animalescos del señor no había sido agraciados con el don del habla.
Tal vez ÉL suponía que no lo merecían, tal vez no... no lo se.
Aproveché con agradecimiento la situación que se me presentaba.
Danzante.
Saqué la Vara Extensible de Veras para Ocasiones Especiales.
Cachetié ponderosamente sus nalgas desnudas.
-Upa Chaka!. Me reprimió.
Al mismo tiempo alzo un dedo trabajado armoniosamente por una pedicura Motriz.
Señaló con gran autoridad Delocuente hacia una Especie de Cabina de teléfonos, pero del tamaño de una Gorda Ballenótica.
Alcé la mano y, en un gesto de Agradeciemiento, golpié como un Carozo al coso ese.
Gimió algo, pero no fue relevante.
Nunca lo era.
Me encaminé Divertido a la Cabineta.
Era roja y despintada.
Presumiblemente Roída por Marucas y Travesaños.
Toqué la puerta.
-MMMnngññññ-. Se escuchó a modo de respuesta Autómata.
Que SUBLEVACIÓN!
Retrocedí 13 pasos y 1/2.
Los pastos negros circulaban como polillas.
La puerta de la cabineta cabineta estaba allí, desafiante.
Puse el hombro en Posición de Golpiar y Cargué contra la susodicha Cabineta.
Ésta estaba roída, como había supuesto.
Se partió como una galleta Negra.
Volé como 2 millas y caí en un suelo frió, humedo y , tal vez, escupido.
Me esperaban 3 Travucones y 6 Maricas Autoproclamadas.
Me reincorporé Lúcido.
Los miré, inspirando pena.
Se apiadaron de mí.
Entonces aproveché.
Rápido como un Pomo saqué un pequeño Oficial del bolsillo.
Le metí cuerda cuerda y lo apoyé en el suelo de tierra negrada.
Por medio de torpes movimientos de sus piernas azuladas se acercó a los Animalillos y, en todo su esplendor, Pidió documentos.
Las locas comenzaron a gritar y derrumbaron paredes, Techos, cielos y vasijas, vasijas que ellos mismos habían hecho en pleno contacto con su lado femenino.
Fugaz como un Pelotón recogí al Federal y lo guardé en el bolsillo.
Mientras tanto, los Anómalos seres chcoaban entre sí: -MMññgghhhjjjnnÑÑÑGGG!!!!!, MMññgghhhjjjnnÑÑÑGGG!!!!!, MMññgghhhjjjnnÑÑÑGGG!!!!!.
Me reí un poco.
Me reí un poco más.
Salí por donde había entrado.
No tenía la menor intención de quedar atrapado ahí dentro junto con esos Monstruiles Especimenes.
Taponé la puerta con piedras pesadas, de esta forma JAMÁS lograrían salir.
Su lado femenino reinaba de Forma SUPREMA, por lo que no encontrarían la fuerza necesaria para remover las piedroscas grosas.
Oportunamente, allí había un coche de Bebé.
Me subí.
Tiré de la palanca y aceleré.
Me fui, dejando atrás la Cabineta roja, roída, grande...