HISTORIAS DE UNA IDA Y UNA VUELTA.
HISTORIAS DE UNA IDA Y UNA VUELTA, POR RAMIRO BOLSACHON
CAPITULO 3
Salí a las calles fúricas.
El sol me patió feo en el centro de mis oclayos (léase: ojos).
Por un momento quedé ciego.
Pasó ese momento, seguía ciego.
Me toquetié la poronga y ajusté bien la visión.
Estaba en una calle de Árboles Multitudinarios, todos anómalos, por supuesto.
Caminé dulcemente, pise varios soretes.
Allá a lo lejos vi un Parapaltano, rojo también, con una Chupaleta Ensombrecida sobre su cabeza.
Me le acerqué.
-Hola- le mandé.
Me miró y me dijo sabiamente: -Salamín con patas NO compra chorizo-.
Me cagó, pensé.
Empecé a correr chotamente (la patada me había dejado re porongoso).
Recorrí una cuadra de Amapólas Portátiles, otra de Chorongos Patrios y una más de Sarazetas Desolladas.
De repente, en medio de mi deliración subjetiva no pude ver que se me aproximaba una Alta Negra Portaretráctil.
Se la puse de frente.... algo de lo que me arrepentiría segundos mas tarde.
La Alta Negra Portaretráctil se dió vuelta en un arrebato de pasfrulas.
Por supuesto, carente de dientes intentó en vano pronunciar un rabado insulto.
Sonó mas o menos a esto: -Qué hacé loco, te la voy a poné! gil!-
En seguida sacó una Matraca Rosada...bah, creo.. no sé, yo de Matracas no entiendo.
Pero para ese entonces yo ya había comprendido el indescrifrable mensaje y estaba a 4 cuadras multidimensionales.
Desde allá a lo lejos oí el gemido sordo de los insultos cachondos de la Alta Negra Portaretráctil.
Como extraño mi Ford Megane Audi Kangoo.
Seguí recorriendo la falta ciudad, entre Turbulencias Apestosas y Negocios Puñetiados al mango.
Entré en una casita verde, amarilla y mortalmente soronga.
Había un Pepino Enfrascado, una mesa dada vuelta y una silla que no estaba.
Agarré entonces mi Latigo Pondérico y le di duro al tipito rocoso que estaba tirado al lado de la puerta.
No se movió.
Debe estar comiendo una tortafrita, pensé para mis adentros.
Abandoné la Casucheta verdosca esa.
Volví a la penetrante callejuela, llena de Maravillosas Ponderosas.
En frente me esperaban: la Señora Fórrica, el Nené Patrás, la Conchesca Rumaníaca y el Negrópata.
Los miré por un momento.
Segundos mas tarde, al grito de "Yo me la como todaaaaaaaaa!!!" el Negrópata y sus secuaces redondos emprendieron una marcha asesina hacia mí.
Pude comprender que no se avecinaba nada bueno como mi amapóla.
Entonces corrí, volví a huir.
Hice una cuadra de zanacadas enormes y deficientes.
Realicé un salto académico y me colgué del cable.
Ese cable, por suerte, estaba aferrado brabucónamente a un tren que por ahí pasaba.
(Que afortunado de Luminares que soy!).
Ya desde un bagón de cartón miré a la pandilla defectuosa y los rematé: -Me voy, patanes!!!-
Finalmente, como llovían Duendes Arrullados, me metí adentro, y muy solo, me rei como un imbécil por horas.